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Derecho penal

El Derecho Penal y la decisión sobre la ejecución de las condenas

A lo lar­go de los años, la temá­ti­ca LGT­BIQ comien­za a ser teni­da en cuen­ta en deter­mi­na­dos casos y, pro­gre­si­va­men­te, comien­za a reci­bir un tra­ta­mien­to cada vez más jus­to e igua­li­ta­rio. En gene­ral, exis­ten deci­sio­nes judi­cia­les que mar­can una ten­den­cia hacia la pro­tec­ción de los dere­chos huma­nos de las per­so­nas LGBTIQ, en pos de la supre­sión de la dis­cri­mi­na­ción impe­ran­te y el fomen­to de un tra­to digno.

En este sen­ti­do, los casos reca­ba­dos al res­pec­to mues­tran un avan­ce: se res­ca­tan casos de res­pe­to y reco­no­ci­mien­to de dere­chos a la pobla­ción trans, casos en los que se deja de con­si­de­rar la homo­se­xua­li­dad como agra­van­te en los deli­tos de abu­so, y avan­ces en los dere­chos de los dete­ni­dos y las dete­ni­das LGBTIQ; sin embar­go, esto con­tras­ta sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te con el sis­te­ma penal actual, suma­men­te rígi­do, con esque­mas tra­di­cio­na­les y difí­ci­les de adap­tar, que refle­ja un gran atra­so en la pro­tec­ción de dere­chos del colectivo.

Ver jurisprudencia

A modo de sín­te­sis, en mate­ria de dere­cho penal, las con­clu­sio­nes se pue­den divi­dir por sub-temá­ti­cas abordadas.

Identidad de Género y cárceles

Des­de los pri­me­ros fallos refe­ri­dos a estas temá­ti­cas, la cues­tión de la iden­ti­dad de géne­ro en el ámbi­to car­ce­la­rio ha tra­ta­do de ser aten­di­da ade­cua­da­men­te. Esto se refle­ja ya en un fallo de 1999, en el que pare­cie­ra pri­mar una visión bas­tan­te pro­tec­to­ra de los dere­chos de las per­so­nas LGBTIQ, aun cuan­do des­ta­que el requi­si­to de la ade­cua­ción geni­tal, a efec­tos de otor­gar el tras­la­do de una mujer trans a una cár­cel de muje­res, deci­sión que fue toma­da a pesar de no haber ley espe­cí­fi­ca que lo avale.

Con el correr de los años, y tras la san­ción de la Ley de Iden­ti­dad de Géne­ro, los fallos pos­te­rio­res esti­pu­lan de mane­ra cla­ra y fun­da­da que la deten­ción de las per­so­nas trans debe ser en un ámbi­to acor­de a la iden­ti­dad autopercibida.

Por su par­te, han exis­ti­do casos juris­pru­den­cia­les en los que se admi­ten las enor­mes defi­cien­cias que pade­ce el sis­te­ma car­ce­la­rio, como cau­sa­les de con­duc­tas pro­ble­má­ti­cas por par­te de  per­so­nas trans, ubi­ca­das en una uni­dad no acor­de a su géne­ro auto­per­ci­bi­do. Como resul­ta­do, se deci­de otor­gar un bene­fi­cio en favor de las per­so­nas trans pri­va­das de su liber­tad, a modo de com­pen­sa­ción, por el pade­ci­mien­to psi­co­so­cial sufri­do. En la mis­ma línea, en el ámbi­to peni­ten­cia­rio del sis­te­ma fede­ral se comien­za a con­si­de­rar de mane­ra dife­ren­cia­da la cues­tión de la iden­ti­dad de géne­ro en los exá­me­nes y las requi­sas, bus­can­do gene­rar una guía espe­cí­fi­ca para los/as operadores/as de las cár­ce­les, pro­mo­vien­do que  tomen los recau­dos nece­sa­rios que este colec­ti­vo mere­ce para no vio­lar sus derechos. 

Identidad de Género y atenuantes

Otro aspec­to de la iden­ti­dad de géne­ro es teni­do en cuen­ta en un caso de 2014, en la cau­sa “Tarra­go­na”, en la cual la Fis­ca­lía le redu­ce la pena a una mujer trans por con­tem­plar la dis­cri­mi­na­ción y mar­gi­na­li­dad his­tó­ri­ca ejer­ci­da sobre ella. Se con­si­de­ra que aquel con­tex­to mar­gi­nal le creó un cua­dro psi­co­ló­gi­co ende­ble que debe ser con­tem­pla­do y que, final­men­te, impac­ta direc­ta­men­te sobre la defi­ni­ción de la pena que debe­rá cum­plir la imputada.

Orientación sexual y cárceles

La temá­ti­ca de la orien­ta­ción sexual y las cár­ce­les tam­bién debe con­si­de­rar­se de mane­ra dife­ren­cia­da, debi­do a la pau­la­ti­na asi­mi­la­ción en los dere­chos de las per­so­nas del colec­ti­vo LGBTIQ al res­to de la pobla­ción car­ce­la­ria. El “Caso Pis­ti­llo” (2009), encar­na la cues­tión del dere­cho de una mujer a reci­bir visi­tas al peni­ten­cia­rio por par­te de su pare­ja homo­se­xual. Si bien este dere­cho no fue con­ce­di­do en pri­me­ra ins­tan­cia, pos­te­rior­men­te la Cáma­ra deci­dió otor­gar­lo para evi­tar tomar una deci­sión dis­cri­mi­na­to­ria y por con­si­de­rar que los requi­si­tos que debe tener la visi­ta se encon­tra­ban cum­pli­dos, suma­do a que, las refe­ri­das visi­tas con­tri­buían al bien­es­tar de la mujer dete­ni­da. Es dable des­ta­car que esta deci­sión judi­cial pre­ce­de a la Ley de Matri­mo­nio Igua­li­ta­rio, por lo tan­to, los magis­tra­dos deci­den de mane­ra favo­ra­ble, basán­do­se en otras nor­mas jurí­di­cas ante­rio­res a esta ley emblemática.

Por su par­te, se encuen­tra el “Caso Cro­ma­ñón”, par­ti­cu­lar­men­te en rela­ción a la impu­tación de Ana María Fer­nán­dez. En un pri­mer momen­to, el poder judi­cial en lo penal erra en su deci­sión de no otor­gar el bene­fi­cio de la pri­sión domi­ci­lia­ria a la Sra. Fer­nán­dez, a pesar de estar emba­ra­za­da, por ser ella les­bia­na y por con­tar el bebé con otra madre. Sub­si­guien­te­men­te, esta deci­sión se revi­sa y se redu­ce la pena de la con­de­na­da, por el tiem­po que fue cum­pli­do intra­mu­ros injus­ta­men­te, pues­to que fue la homo­se­xua­li­dad de la Sra. Fer­nán­dez la que moti­va la deci­sión judi­cial. De no haber sido la impu­tada les­bia­na, ésta no hubie­ra reci­bi­do un tra­ta­mien­to dis­tin­to al que hubie­ra teni­do cual­quier otra mujer emba­ra­za­da condenada.

Abuso sexual y homosexualidad

Des­de otro abor­da­je, el sis­te­ma penal posee un aspec­to para ana­li­zar, a saber, el de la homo­se­xua­li­dad del suje­to acti­vo en los casos de abu­sos sexua­les. La cues­tión se sus­ci­ta a par­tir de la con­si­de­ra­ción, en un caso de abu­so sexual, como agra­va­do per se,  por la homo­se­xua­li­dad de los suje­tos invo­lu­cra­dos en el acto, es decir, por ser la víc­ti­ma y el per­pe­tra­dor del mis­mo sexo.

En un pri­mer momen­to, los fallos enca­si­llan a los actos homo­se­xua­les como “actos per­ver­sos” y como un ejer­ci­cio anor­mal de la sexua­li­dad, por ende se con­si­de­ra agra­van­te para el con­de­na­do. Con el paso del tiem­po, los casos pos­te­rio­res comien­zan a con­si­de­rar la cues­tión des­de otro enfoque. 

Un caso en 2014, en el que un hom­bre es impu­tado por man­te­ner rela­cio­nes sexua­les con un menor, es cara­tu­la­do como abu­so sexual sim­ple y no se da por demos­tra­do el acce­so car­nal gra­ve­men­te ultra­jan­te ni se aco­ge el tipo penal de corrup­ción de meno­res. Para fun­da­men­tar esta deci­sión, los magis­tra­dos esgri­men que debe­ría acre­di­tar­se que haya un ele­men­to de per­ver­sión, de exce­so o de pre­co­ci­dad que ava­le el agra­van­te o la con­fi­gu­ra­ción del otro deli­to. Supo­ner que así fue­ra sin nin­gu­na jus­ti­fi­ca­ción espe­cí­fi­ca que lo ava­le esta­ría dan­do por sen­ta­da a la homo­se­xua­li­dad en sí mis­ma como una per­ver­sión y este supues­to no resul­ta admi­si­ble en un con­tex­to de cum­pli­mien­to de la Ley de Matri­mo­nio Igua­li­ta­rio vigen­te des­de el año 2010. 

La cues­tión de la homo­se­xua­li­dad no es sola­men­te teni­da en cuen­ta para el per­pe­tra­dor del deli­to, sino en rela­ción a la víc­ti­ma del mis­mo. Exis­te un fallo suma­men­te reso­nan­te, que es el caso “Tolo­sa”, en don­de se con­si­de­ra la pre­sun­ta homo­se­xua­li­dad del suje­to pasi­vo, que a su vez es menor de edad, para ate­nuar la pena de quien ejer­ció el abu­so sexual. Esta escan­da­lo­sa deci­sión gene­ró un enor­me revue­lo por con­si­de­rar como miti­gan­te la supues­ta orien­ta­ción sexual pre­coz de una víc­ti­ma tan joven (seis años de edad). Esto fue inme­dia­ta­men­te revi­sa­do por la ins­tan­cia supre­ma del Poder Judi­cial de la Pro­vin­cia de Bue­nos Aires y el fallo fue modificado. 

Homofobia y homicidios

Des­de un últi­mo enfo­que, exis­ten casos en los que la cues­tión de la homo­fo­bia pue­de fun­cio­nar como moti­va­ción para la eje­cu­ción de crí­me­nes. Exis­ten casos en los que per­so­nas fue­ron ase­si­na­das en razón de su orien­ta­ción sexual y, al momen­to, esto no fue con­si­de­ra­do como agra­van­te de la pena. Tal fue así en el caso “Torres” (2011), en el que una mujer les­bia­na víc­ti­ma de un homi­ci­dio, y la sos­te­ni­da les­bo­fo­bia no se tie­nen en cuen­ta para agra­var la pena del con­de­na­do por homi­ci­dio, quien fue­ra el padras­tro de la víctima. 

A su vez, se encuen­tra el actual caso “Higui” (2017), que toda­vía se encuen­tra pen­dien­te de reso­lu­ción a media­dos del mes de mayo de 2017. Esta cau­sa abier­ta trae nue­va­men­te la cues­tión de la les­bo­fo­bia a la mesa. Sin embar­go, en esta opor­tu­ni­dad, la mujer les­bia­na es a  la vez víc­ti­ma de una agre­sión colec­ti­va e impu­tada del deli­to de homi­ci­dio sobre uno de sus agre­so­res, lo cual com­ple­ji­za aún más la situa­ción. La cues­tión aún se encuen­tra pen­dien­te de reso­lu­ción y mar­ca­rá una pos­tu­ra de valo­ra­ción de dere­chos en el ámbi­to judicial.