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Bien común

El concepto de "bien común" y el derecho a la obtención de la personería jurídica

Duran­te mucho tiem­po, las orga­ni­za­cio­nes de la socie­dad civil que tenían como obje­ti­vo exclu­si­vo velar por el reco­no­ci­mien­to de los dere­chos de las per­so­nas LGBTIQ, care­cie­ron del dere­cho a la obten­ción de la per­so­ne­ría jurí­di­ca, por ser su obje­to con­tra­rio al “bien común”, según la inter­pre­ta­ción que hicie­ran los jue­ces de dicho concepto. 

Si bien es cier­to que, aun sin dicha per­so­ne­ría jurí­di­ca, las orga­ni­za­cio­nes podían fun­cio­nar con nor­ma­li­dad, al no ser reco­no­ci­das por el Esta­do, no les era posi­ble adqui­rir dere­chos y con­traer obli­ga­cio­nes que esta­ban dis­po­ni­bles para las demás orga­ni­za­cio­nes que sí con­ta­ban con per­so­ne­ría jurídica.

Tan­to la Ins­pec­ción Gene­ral de Jus­ti­cia (IGJ) como los dis­tin­tos juz­ga­dos a los que lle­ga­ban las cau­sas podían rea­li­zar su pro­pia inter­pre­ta­ción del con­cep­to de “bien común”, a cuyo sig­ni­fi­ca­do debía ajus­tar­se el obje­to de las orga­ni­za­cio­nes, según lo esti­pu­la­do por el artícu­lo 33 del Códi­go Civil, a efec­tos de otor­gar la per­so­ne­ría jurídica.

Inclu­so la mis­ma Cor­te Supre­ma de Jus­ti­cia de la Nación lo mani­fes­tó en un ante­ce­den­te his­tó­ri­co: el fallo “Comu­ni­dad Homo­se­xual Argen­ti­na c. Reso­lu­ción Ins­pec­ción Gene­ral de Jus­ti­cia” del año 1991. En dicho fallo, des­de la IGJ se habían for­mu­la­do decla­ra­cio­nes que expli­ca­ban el recha­zo de la ins­crip­ción de las men­cio­na­das orga­ni­za­cio­nes de la socie­dad civil como per­so­nas jurí­di­cas, por con­si­de­rar a la homo­se­xua­li­dad “una des­via­ción del ins­tin­to sexual nor­mal”, para que lue­go la Cáma­ra de Ape­la­cio­nes en lo Civil reafir­ma­ra la posi­ción, al seña­lar que “no se denie­ga en razón de la homo­se­xua­li­dad que pudie­ra atri­buir­se a los miem­bros de la aso­cia­ción, sino en la des­ca­li­fi­ca­ción del obje­to de la mis­ma, en tan­to inclu­ye la públi­ca defen­sa de la homo­se­xua­li­dad”. La mayo­ría de los jue­ces de la Cor­te Supre­ma de Jus­ti­cia de la Nación con­cor­dó con la decisión.

Dichas con­cep­cio­nes fue­ron supe­ra­das y, con el tiem­po, las orga­ni­za­cio­nes LGBTIQ de la socie­dad civil logra­ron el reco­no­ci­mien­to juris­pru­den­cial de su dere­cho a una per­so­ne­ría jurí­di­ca.

Ver jurisprudencia

La pos­tu­ra de la socie­dad ante las per­so­nas LGBTIQ y, por lo tan­to, la inter­pre­ta­ción del con­cep­to de “bien común” se modi­fi­ca­ron con el correr de los años, por lo que los jue­ces adhi­rie­ron, en gene­ral, a un con­cep­to más inte­gra­dor y pro­tec­tor de los dere­chos huma­nos de todas las personas. 

Esta visión se ve recep­ta­da por pri­me­ra vez en la deci­sión toma­da por los jue­ces en el fallo “Aso­cia­ción Lucha por la Iden­ti­dad Tra­ves­ti – Tran­se­xual c. Ins­pec­ción Gene­ral de Jus­ti­cia”, recién en el año 2006.
Cla­ro está que el con­cep­to de bien común es suma­men­te vago y es una cate­go­ría sin un sig­ni­fi­ca­do uní­vo­co. Ante esto, la evo­lu­ción de estos casos en la temá­ti­ca mues­tran cómo el con­cep­to de bien común comien­za tenien­do una visión más tra­di­cio­nal y her­mé­ti­ca, para pasar a tener una con­no­ta­ción pasi­ble de res­pe­tar el dere­cho a la liber­tad de los indi­vi­duos y de los gru­pos que desean organizarse.

En esta sec­ción serán expues­tas las reso­lu­cio­nes judi­cia­les dic­ta­das en la mate­ria para poder por­me­no­ri­zar sobre la temá­ti­ca y sus bemoles.