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Educación

Derecho a la educación

Todas las per­so­nas del terri­to­rio argen­tino tie­nen dere­cho a acce­der a una edu­ca­ción inte­gral gra­tui­ta, igua­li­ta­ria e inclu­si­va, tal como se con­tem­pla en la legis­la­ción nacio­nal y en los tra­ta­dos inter­na­cio­na­les. El dere­cho a la edu­ca­ción debe estar orien­ta­do al pleno desa­rro­llo de la per­so­na, garan­ti­zan­do su desem­pe­ño social y labo­ral, en un ambien­te de res­pe­to por los dere­chos humanos.

La Ley de Edu­ca­ción Nacio­nal Nº 26.206 esta­ble­ce como fines y obje­ti­vos el “ase­gu­rar con­di­cio­nes de igual­dad, res­pe­tan­do las dife­ren­cias entre las per­so­nas sin admi­tir discriminación de género ni de ningún otro tipo” y “pro­mo­ver en todos los nive­les edu­ca­ti­vos y moda­li­da­des la comprensión del con­cep­to de eliminación de todas las for­mas de discriminación”.

Ver jurisprudencia

Enten­de­mos que la escue­la debe ser un ámbi­to en el que se pro­mue­va la diver­si­dad sexual y de géne­ro, y en el que se res­pe­te la per­so­na­li­dad de cada niño, niña y ado­les­cen­te. Sin embar­go, pese a la exis­ten­cia de diver­sas leyes que pro­mue­ven el res­pe­to por la diver­si­dad en las escue­las, las per­so­nas LGBTIQ con­ti­núan sien­do expues­tas a situa­cio­nes de vul­ne­ra­bi­li­dad y de marginalización. 

En el año 2006 se san­cio­nó la Ley Nacio­nal Nº 26.150 de Edu­ca­ción Sexual Inte­gral. Como su títu­lo lo expre­sa, la ley bus­ca garan­ti­zar la edu­ca­ción sexual inte­gral de todos los niños, niñas y ado­les­cen­tes en todos los cen­tros edu­ca­ti­vos del país, tan­to públi­cos como pri­va­dos. La edu­ca­ción sexual inte­gral es enten­di­da como un pro­ce­so que bus­ca for­ta­le­cer la capa­ci­dad de las per­so­nas para asu­mir una vida ple­na en rela­ción a su sexua­li­dad. Para cum­plir con este obje­ti­vo, es impor­tan­te no sólo la trans­mi­sión de infor­ma­ción con un enfo­que inter­dis­ci­pli­na­rio, sino tam­bién la pro­mo­ción de valo­res que fomen­ten la igual­dad y la no discriminación.

Si bien estas cues­tio­nes están con­tem­pla­das en un docu­men­to ela­bo­ra­do en el mar­co del Pro­gra­ma Nacio­nal de Edu­ca­ción Sexual Inte­gral, hoy niños, niñas y ado­les­cen­tes son víc­ti­mas de diver­sos tra­tos dis­cri­mi­na­to­rios en el ámbi­to esco­lar. Es nece­sa­rio que los esta­ble­ci­mien­tos edu­ca­ti­vos imple­men­ten la ley, y que incor­po­ren la pers­pec­ti­va de géne­ro como herra­mien­ta para des­na­tu­ra­li­zar situa­cio­nes de vul­ne­ra­ción de derechos.

El bull­ying homo/lesbo/transfóbico es un tipo de vio­len­cia esco­lar que se ejer­ce sobre las per­so­nas por su orien­ta­ción sexual y/o iden­ti­dad de géne­ro auto­per­ci­bi­da. De este modo, se les nie­ga a las per­so­nas la ple­ni­tud de un dere­cho tan fun­da­men­tal como el dere­cho a la educación. 

Por otra par­te, la Ley Nacio­nal de Iden­ti­dad de Géne­ro esta­ble­ce res­pon­sa­bi­li­da­des para los esta­ble­ci­mien­tos edu­ca­ti­vos en rela­ción a aque­llos niños, niñas y jóve­nes trans. Una de sus obli­ga­cio­nes (artícu­lo 12) es la de uti­li­zar el nom­bre de pila que la per­so­na eli­ge para ser lla­ma­da y uti­li­zar­lo en todo acto admi­nis­tra­ti­vo que sur­ja, como lo es el lis­ta­do de asis­ten­cia, con­fec­ción de lega­jo, lla­ma­do, entre otras. En la mis­ma línea, y aun si no media­ra el cam­bio regis­tral de la per­so­na, se le debe res­pe­tar al niño, niña o ado­les­cen­te su géne­ro auto­per­ci­bi­do; y esto impac­ta en las situa­cio­nes esco­la­res coti­dia­nas, como lo son las de indi­car a qué baño debe ir, con qué géne­ro rea­li­zar la cla­se de edu­ca­ción físi­ca, y en todo aspec­to en que se pon­ga en jue­go la cues­tión de género.

En este sen­ti­do, las prác­ti­cas edu­ca­ti­vas deben pro­mo­ver el res­pe­to de la per­so­na y el tra­to digno, posi­bi­li­tan­do un ver­da­de­ro a dere­cho a la edu­ca­ción que sea inclu­si­vo y no discriminatorio.