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Caso V., A. A. (1999)

Caso V., A. A. (1999)
22 mayo 2017 Identidad & Diversidad

En el caso de “V., A. A.”, resuel­to por el Tri­bu­nal de Fami­lia de Bahía Blan­ca en el año 1999, la peti­cio­nan­te soli­ci­ta la rec­ti­fi­ca­ción de la par­ti­da de naci­mien­to y el docu­men­to de iden­ti­dad [1]. Aquí vale la pena hacer men­ción de las pecu­lia­ri­da­des de este pro­nun­cia­mien­to que, si bien orde­na final­men­te la rec­ti­fi­ca­ción de los docu­men­tos iden­ti­fi­ca­to­rios, en este caso lo hace de mane­ra par­cial: dis­po­ne que en la par­ti­da de naci­mien­to sólo se rec­ti­fi­que el nom­bre de pila de la soli­ci­tan­te y, res­pec­to al docu­men­to de iden­ti­dad, orde­na que se modi­fi­que el nom­bre de pila y el sexo, incor­po­rán­do­se el tex­to “sexo mas­cu­lino transexual”.

Así, el juez sos­tie­ne que:

Habién­do­se acre­di­ta­do el carác­ter tran­se­xual de un indi­vi­duo que se some­tió a una inter­ven­ción qui­rúr­gi­ca de cam­bio de sexo en otro país, corres­pon­de hacer lugar a la con­se­cuen­te peti­ción de modi­fi­ca­ción de nom­bre, pues si bien el orden y la segu­ri­dad jurí­di­ca ins­pi­ran la regla de inmu­ta­bi­li­dad, cabe apar­tar­se de dicho prin­ci­pio cuan­do razo­nes de aten­di­ble inte­rés pri­va­do lo jus­ti­fi­can. No hacer lugar a la deman­da de A. A. V., ten­dien­te a la rec­ti­fi­ca­ción de sexo asen­ta­da en su par­ti­da de naci­mien­to, ano­tán­do­se en la mis­ma el carác­ter de ‘tran­se­xual’”.

Por otro lado, cabe des­ta­car que, en el caso, el juez Pérez expli­ca, refi­rién­do­se a la accio­nan­te en mas­cu­lino, que:

Su nue­vo sexo no lo habi­li­ta –por ejem­plo– para con­traer matri­mo­nio pues no es el dato regis­tra­do lo que con­fie­re el dere­cho a casar­se, sino la reali­dad bio­ló­gi­ca como con­di­ción natu­ral inelu­di­ble. Esta con­di­ción inclu­ye (en cuan­to a la ins­ti­tu­ción ‘matri­mo­nio’ y por defi­ni­ción) fines de pro­crea­ción de hijos y por ese moti­vo requie­re su cele­bra­ción entre dos sexos opuestos”.

En este orden de ideas, expli­ca que no suce­de lo mis­mo en pare­jas hete­ro­se­xua­les esté­ri­les, ya que lo que tie­ne en miras el legis­la­dor es la poten­cia­li­dad natu­ral para procrear.

En con­se­cuen­cia, según la sen­ten­cia, los matri­mo­nios que se lle­ven a cabo por per­so­nas tran­se­xua­les son sus­cep­ti­bles de ser anu­la­dos, ya que lo que se pro­te­ge es el inte­rés públi­co de la repro­duc­ción de la espe­cie humana.

NOTA

[1]Fallo “V., A. A.”, Tri­bu­nal de Fami­lia de Bahía Blan­ca, de fecha 30/08/1999. Publi­ca­do en LLBA2000, 1051. Cita onli­ne: AR/JUR/2723/1999.

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