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Caso Heredia, Luis Alberto c/ Ministerio de Economía - I. P. S. s/ Pretensión Indemnizatoria (2016)

Caso Heredia, Luis Alberto c/ Ministerio de Economía - I. P. S. s/ Pretensión Indemnizatoria (2016)
24 mayo 2017 Identidad & Diversidad

Este asun­to tra­mi­tó ante la Cáma­ra de Ape­la­cio­nes en lo Con­ten­cio­so admi­nis­tra­ti­vo de Mar del Pla­ta, lue­go de un recur­so inter­pues­to por par­te de la accio­na­da, quien sería el Ins­ti­tu­to de Pre­vi­sión Social (I.P.S.) de la Pro­vin­cia de Bue­nos Aires y que fue resuel­to el 2 de Febre­ro de 2016.

El caso se refie­re a la pen­sión por falle­ci­mien­to que le debe­ría corres­pon­der al con­vi­vien­te supérs­ti­te, que en este caso era un hom­bre –al igual que el falle­ci­do– con­for­man­do una unión homosexual.

Lo que entra en tela de jui­cio es la apli­ca­ción del decre­to ley 9650/80 el cual, para otor­gar la pen­sión, la per­so­na acree­do­ra de la mis­ma si:

hubie­se con­vi­vi­do públi­ca­men­te en apa­ren­te matri­mo­nio duran­te por lo menos cin­co (5) años inme­dia­ta­men­te ante­rio­res al falle­ci­mien­to. El pla­zo de con­vi­ven­cia se redu­ci­rá a dos (2) años cuan­do hubie­re des­cen­den­cia o el cau­san­te haya sido sol­te­ro, viu­do, sepa­ra­do legal­men­te o divorciado.”

En con­cor­dan­cia con esto, el I.P.S. esgri­me que esto no podría haber sido posi­ble, debi­do a que las per­so­nas eran del mis­mo sexo, y que al momen­to del falle­ci­mien­to del fene­ci­do, la legis­la­ción civil vigen­te no con­tem­pla­ba aún el matri­mo­nio igua­li­ta­rio, por lo tan­to, la pen­sión no correspondería.

Ante esto, la Cáma­ra sos­tie­ne en su sentencia:

2.2.1. Es cla­ro que la noción de con­vi­ven­cia públi­ca y en apa­ren­te matri­mo­nio plas­ma­da en el cita­do art. 34 inc. 1° del decre­to ley 9650/1980 tien­de a con­tem­plar, en fin, el caso de quie­nes entre sí han desa­rro­lla­do un víncu­lo esta­ble y per­ma­nen­te, sin estar —pre­ci­sa­men­te— uni­dos bajo la figu­ra jurí­di­ca de un matri­mo­nio váli­da­men­te cele­bra­do de con­for­mi­dad con los recau­dos que al efec­to fija la ley civil, aun­que man­te­nien­do una comu­ni­dad de habi­ta­ción y de vida osten­si­ble­men­te simi­lar a la que exis­te entre cón­yu­ges (arg­to. doct. S.C.B.A. cau­sa B. 56.761 “Cór­do­ba”, sent. del 19/02/2002; cfr. Bos­sert, Gus­ta­vo, “Unión extra­con­yu­gal y matri­mo­nio homo­se­xual”, Ed. Astrea, Bue­nos Aires, 2011, p. 3 y sgtes.).

Así, de pro­bar­se que entre los con­vi­vien­tes se ha exte­rio­ri­za­do obje­ti­va­men­te una rela­ción de comu­ni­dad sig­na­da por ele­men­tos con­duc­tua­les y afec­ti­vos pro­pios de la vida con­yu­gal —como lo serían la coha­bi­ta­ción bajo un mis­mo techo, el hecho de com­par­tir la vida en aspec­tos ati­nen­tes al dis­fru­te y satis­fac­ción de las nece­si­da­des coti­dia­nas y al por­ve­nir común, la voca­ción de per­ma­nen­cia en dicha unión, la fide­li­dad guar­da­da entre los con­vi­vien­tes y, prin­ci­pal­men­te, la noto­rie­dad dada a tal víncu­lo—, la sola cir­cuns­tan­cia de que no veri­fi­car­se res­pec­to de la pare­ja un requi­si­to esen­cial para que dicha unión pudie­ra adqui­rir el esta­tus de matri­mo­nio legal­men­te cons­ti­tui­do, en mane­ra algu­na aten­ta­ría con­tra el carác­ter de “matri­mo­nio apa­ren­te” que ella pudie­se exhibir.”

En fun­ción a estos dichos, agre­ga la Cáma­ra que una lec­tu­ra dife­ren­te impli­ca­ría una lec­tu­ra rígi­da y res­tric­ti­va de la nor­ma muni­ci­pal, y que impli­ca­ría, en otros términos:

…un aco­ta­mien­to del uni­ver­so de bene­fi­cia­rios de la pres­ta­ción en cues­tión más allá de lo expre­sa­men­te pre­vis­to por la nor­ma, fun­da­do exclu­si­va­men­te en la con­di­ción sexual del intere­sa­do y con­tra­rio —por tan­to— al prin­ci­pio de igual­dad con­sa­gra­do por el art. 16 de nues­tra Car­ta Mag­na y a los prin­ci­pios de no dis­cri­mi­na­ción que los Tra­ta­dos Inter­na­cio­na­les de Dere­chos Huma­nos incor­po­ra­dos por el art. 75 inc. 22° de la Cons­ti­tu­ción Nacio­nal (cfr. art. 2° del Pac­to Inter­na­cio­nal de Dere­chos Civi­les y Polí­ti­cos, art. 17 inc. 2° de la Con­ven­ción Ame­ri­ca­na sobre Dere­chos Huma­nos, entre otros; v. Bos­sert, Gus­ta­vo, Op. Cit., p. 325).”

Con este coro­la­rio, la Cáma­ra des­es­ti­ma la ape­la­ción del Ins­ti­tu­to y aco­ge la pre­ten­sión del Sr. Here­dia, el accio­nan­te, a reci­bir la pen­sión que le corresponde.

En este fallo, se pue­de des­ta­car la lec­tu­ra pro­tec­to­ra de los dere­chos del colec­ti­vo LGBT por medio de una lec­tu­ra amplia de una nor­ma­ti­va de 1980 que a su vez, es apli­ca­da para un caso que acon­te­ce poco tiem­po antes de la pro­mul­ga­ción de la Ley de Matri­mo­nio Igua­li­ta­rio. De esta for­ma, la lec­tu­ra rea­lis­ta apli­ca­da –don­de se con­si­de­ra que la nor­ma­ti­va muni­ci­pal no debe leer­se rígi­da­men­te sino con­for­me a la reali­dad que vali­da la exis­ten­cia de unio­nes homo­se­xua­les– es un apor­te impor­tan­te para el fomen­to de la per­cep­ción de los dere­chos socia­les de las per­so­nas LGBT.

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