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Caso Incidente de Libertad Condicional del Interno Penado (2014)

Caso Incidente de Libertad Condicional del Interno Penado (2014)
27 mayo 2017 Identidad & Diversidad

En el año 2014 se dic­tó sen­ten­cia en el caso “Inci­den­te de liber­tad con­di­cio­nal del interno pena­do s. ape­la­cio­nes eje­cu­ción”. El mis­mo cons­ta de una mujer trans que se encon­tra­ba cum­plien­do una con­de­na en un esta­ble­ci­mien­to car­ce­la­rio mas­cu­lino, quien deci­de rea­li­zar un pedi­do de liber­tad con­di­cio­nal [1]. Ante la dene­ga­ción del mis­mo, vuel­ve a soli­ci­tar­lo lue­go de nue­ve meses. Sin embar­go, es recha­za­do por con­si­de­rar el Juez de Eje­cu­ción de Sen­ten­cia que el caso no se encon­tra­ba com­pren­di­do entre los requi­si­tos para obte­ner dicho bene­fi­cio, por regis­trar­se san­cio­nes dis­ci­pli­na­rias en su con­tra. Asi­mis­mo, encuen­tra como argu­men­tos que la per­so­na no tie­ne una vivien­da ade­cua­da a su con­di­ción y no cuen­ta con un infor­me favo­ra­ble del Con­se­jo Correc­cio­nal en rela­ción con su inser­ción labo­ral, entre otras cuestiones.

En lo que aquí intere­sa, el Tri­bu­nal rea­li­za un aná­li­sis de los ante­ce­den­tes del caso y obser­va que la requi­ren­te sufre un pade­ci­mien­to psi­co­ló­gi­co por la inca­pa­ci­dad del sis­te­ma jurí­di­co y peni­ten­cia­rio de dar res­pues­tas a las pro­ble­má­ti­cas que sur­gen de su iden­ti­dad de géne­ro, ya que la inter­na se encon­tra­ba cum­plien­do su pena en una cár­cel de varo­nes. El Tri­bu­nal reco­no­ce que ello ha de resul­tar de la difi­cul­tad que encuen­tra todo el sis­te­ma para adap­tar­se a los pro­fun­dos cam­bios que la legis­la­ción y la socie­dad han pre­sen­cia­do en los últi­mos años. Esta difi­cul­tad se pro­fun­di­za aún más en ins­ti­tu­cio­nes mar­ca­da­men­te cerra­das como el ser­vi­cio peni­ten­cia­rio que resul­ta en un micro­es­pa­cio social e ins­ti­tu­cio­nal fuer­te­men­te estructurado.

Inter­pre­ta en ese sen­ti­do que la inter­na sufrió por dichas cir­cuns­tan­cias una doble pena y explica:

Por un lado la corres­pon­dien­te a los deli­tos por los que se la res­pon­sa­bi­li­zó, pero por otro lado una pena­li­za­ción psi­co­ló­gi­ca y social que la obli­gó a un esfuer­zo de sobre-adap­ta­ción para ajus­tar la con­tra­dic­to­ria iden­ti­dad sexual entre lo que legí­ti­ma­men­te sien­te que es, lo que la auto­ri­dad judi­cial y peni­ten­cia­ria dicen que es, ajus­tán­do­se a la letra fría de la docu­men­ta­ción de iden­ti­dad, y lo que sus com­pa­ñe­ros de reclu­sión y la comu­ni­dad car­ce­la­ria le dicen que es”.

El Tri­bu­nal entien­de que el com­por­ta­mien­to de la inter­na, y el esta­ble­ci­mien­to de san­cio­nes dis­ci­pli­na­rias como con­se­cuen­cia, así como los avan­ces y retro­ce­sos expe­ri­men­ta­dos duran­te la reclu­sión, se debie­ron a esta difi­cul­tad de adap­ta­ción al medio en el que se encon­tra­ba. Según la sentencia:

Hay una evi­den­te falla en la cla­si­fi­ca­ción de la inter­na den­tro del sis­te­ma car­ce­la­rio que la colo­ca en una situa­ción de des­ajus­te que expli­ca el infor­me que da cuen­ta de los reite­ra­dos con­flic­tos en los que reci­bió san­ción. Tam­bién hay un des­ajus­te entre la evo­lu­ción legis­la­ti­va nacio­nal, que con el dic­ta­do de la Ley N° 26.743 de Iden­ti­dad de Géne­ro reco­no­ce y regu­la una reali­dad pro­pia de una socie­dad plu­ra­lis­ta y res­pe­tuo­sa de la dig­ni­dad huma­na, la que se con­fron­ta en los hechos con un medio car­ce­la­rio que va por detrás, y lejos, de aque­llos cam­bios y adap­ta­cio­nes nece­sa­rios para aco­ger a la diver­si­dad, sin gene­rar en su mane­jo situa­cio­nes de ten­sión hori­zon­ta­les entre la pobla­ción, y ver­ti­ca­les entre éstos y la auto­ri­dad, deri­va­dos de la fal­ta de opcio­nes en la ade­cua­da clasificación.”

Tenien­do en cuen­ta que la per­so­na en el caso no había rec­ti­fi­ca­do su géne­ro en el Regis­tro del Esta­do Civil de las Per­so­nas, los jue­ces entien­den que la solu­ción sería lle­var adelante:

(…) una fle­xi­bi­li­za­ción en la cla­si­fi­ca­ción peni­ten­cia­ria, que sin trans­fe­ren­cia for­za­da de esta­ble­ci­mien­to, ten­ga res­pues­tas de régi­men de vida dife­ren­cia­dos para la diver­si­dad sexual, don­de la per­so­na pue­da ser la que es, res­pe­ta­da en su dig­ni­dad, con tra­to acor­de a la elec­ción evi­den­te, y no colo­ca­da en un medio de abru­ma­dor pre­do­mi­nio de sexo opues­to, con per­so­nal peni­ten­cia­rio de sexo opues­to, en un régi­men de vida que en la coti­dia­nei­dad domés­ti­ca vio­len­ta minu­to a minu­to la opción sexual esco­gi­da con la deman­da per­sis­ten­te de ade­cua­ción a una uni­for­mi­dad a la que no pertenece.”

Final­men­te, el Tri­bu­nal deci­de otor­gar la liber­tad con­di­cio­nal, sobre la base de los argu­men­tos mencionados.

NOTA

[1] Fallo “Inci­den­te de liber­tad con­di­cio­nal del interno pena­do s/ ape­la­cio­nes eje­cu­ción”, Tri­bu­nal de Impug­na­ción de Sal­ta, Sala I, de fecha 08/08/2014. Publi­ca­do en: LLNOA2015 (abril), 344. Cita onli­ne: AR/JUR/73448/2014.

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