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Caso V., R. A. (2012)

Caso V., R. A. (2012)
23 mayo 2017 Identidad & Diversidad

En el caso de “V., R. A.” de la Cáma­ra de Ape­la­cio­nes en lo Civil, Comer­cial, Labo­ral y de Mine­ría – I Cir­cuns­crip­ción Judi­cial, Sala II, del año 2012, un emplea­do deman­da a su emplea­dor (Y.P.F.) y a su ase­gu­ra­do­ra de ries­gos de tra­ba­jo (MAP­FRE) por daños y per­jui­cios deri­va­dos del daño psi­co­ló­gi­co o burn out cau­sa­do por hos­ti­ga­mien­to y fal­ta de pro­mo­ción en su tra­ba­jo, como con­se­cuen­cia de sus pre­fe­ren­cias sexua­les [1]. El deman­dan­te denun­cia un per­ma­nen­te aco­so y otor­ga­mien­to exce­si­vo de tra­ba­jo, lo que le gene­ra­ba pre­sión para resol­ver las dis­tin­tas tareas enco­men­da­das, y asig­na­ción de tra­ba­jos para los que no tenía la pre­pa­ra­ción téc­ni­ca y pro­fe­sio­nal suficiente.

El Juz­ga­do de Pri­me­ra Ins­tan­cia Civil Nº 2 recha­za las pre­ten­sio­nes del emplea­do, y la Cáma­ra con­fir­ma dicha deci­sión, por no encon­trar acre­di­ta­do el daño ale­ga­do por el deman­dan­te, ni la rela­ción de cau­sa­li­dad entre el supues­to daño y el autor del mismo.

Ambas par­tes expre­san sus agra­vios. El deman­dan­te ale­ga que se hizo una erró­nea valo­ra­ción de la prue­ba tes­ti­mo­nial y peri­cial por él ofre­ci­da y, a su vez, el deman­da­do ale­ga que la enfer­me­dad sufri­da por el emplea­do no era labo­ral sino incul­pa­ble, que el tra­to dis­cri­mi­na­to­rio fue denun­cia­do en tér­mi­nos abs­trac­tos y gené­ri­cos, y que la ale­ga­da car­ga labo­ral exce­si­va se debía a un perío­do de mayor tra­ba­jo en la empre­sa por cues­tio­nes objetivas.

Por su par­te, los jue­ces de la Cáma­ra de Ape­la­cio­nes en lo Civil, Comer­cial, Labo­ral y de Mine­ría de Neu­quén deci­den no hacer lugar al recur­so dedu­ci­do por el deman­dan­te, en cuan­to a que no logró pro­bar un daño anti­ju­rí­di­co con­cre­to diri­gi­do a su per­so­na, ni la rela­ción de cau­sa­li­dad entre el daño y el autor del mismo.

En el aná­li­sis de las prue­bas, los jue­ces se expre­san en con­tra de la teo­ría de la “car­ga diná­mi­ca de la prue­ba”, ya que sos­tie­nen que

(…) Cada una de las par­tes debe­rá pro­bar el pre­su­pues­to de hecho de la nor­ma o nor­mas que invo­ca­re como fun­da­men­to de su pre­ten­sión, defen­sa o excep­ción, con lo cual y ade­más de los prin­ci­pios cons­ti­tu­cio­na­les, la letra cla­ra de la legis­la­ción vigen­te vedan la apli­ca­ción de la teo­ría en cuestión (…)”.

Es decir, con­tra­ria­men­te a la idea que sos­tu­vie­ron los jue­ces en los casos ante­rio­res men­cio­na­dos en este tra­ba­jo, no bas­ta con la denun­cia de la dis­cri­mi­na­ción para que la con­tra­par­te ten­ga que pro­bar que no ha incu­rri­do en la mis­ma, sino que cada par­te debe pro­bar los hechos.

Por otro lado, tenien­do los tes­ti­gos un inte­rés sub­je­ti­vo en la defen­sa del deman­dan­te, aun­que sus tes­ti­mo­nios no estu­vie­ran exclui­dos legal­men­te, según los jue­ces, los mis­mos podrían no ser total­men­te impar­cia­les, por lo que deben ser ana­li­za­dos en for­ma más rigu­ro­sa. La prue­ba peri­cial, por otro lado, da cuen­ta de la expre­sión de los hechos según la per­cep­ción del deman­dan­te, lo cual es sufi­cien­te des­de un aspec­to psi­co­ló­gi­co, pero no para tener­los como cier­tos al momen­to de atri­buir responsabilidad.

Los jue­ces, hacien­do uso de su facul­tad de apre­cia­ción de la prue­ba, con­tras­tan cada una de las prue­bas con datos obje­ti­vos (la mayor can­ti­dad de tra­ba­jo en la empre­sa, el tiem­po que lle­va ascen­der de pues­to en un tra­ba­jo en rela­ción de depen­den­cia, la ausen­cia de acre­di­ta­ción de una polí­ti­ca ins­ti­tu­cio­nal dis­cri­mi­na­to­ria, entre otros), dan­do cuen­ta de que no hubo una inten­ción mali­cio­sa par­ti­cu­lar del emplea­dor hacia V., R. A.

Por últi­mo, en cuan­to a la ase­gu­ra­do­ra, los jue­ces la exi­men de res­pon­sa­bi­li­dad ya que, al haber sido deman­da­da en for­ma direc­ta, es pre­ci­so con­cre­tar y acre­di­tar cuá­les son las con­duc­tas anti­ju­rí­di­cas impu­tadas que guar­dan ade­cua­do nexo de cau­sa­li­dad para tener por con­fi­gu­ra­da la res­pon­sa­bi­li­dad, extre­mo que no se vio satis­fe­cho en el recla­mo de V., R. A. A su vez, a dolen­cia denun­cia­da a la ase­gu­ra­do­ra por el deman­dan­te era de una mano, la cual en nada se rela­cio­na­ba con los daños psi­co­ló­gi­cos por él alegados.

NOTA

[1] Fallo “V. R. A. C/ Y.P.F. S.A. y otro s/ daños y per­jui­cios”, Cáma­ra de Ape­la­cio­nes en lo Civil, Comer­cial, Labo­ral y de Mine­ría – I Cir­cuns­crip­ción Judi­cial, Sala II, de fecha 22/03/2012. Nº de fallo: 41/12. Expe­dien­te 350548 – Año 2007.

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