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Caso G., N. B. c/ GCBA s/ Daños y Perjuicios (2015)

Caso G., N. B. c/ GCBA s/ Daños y Perjuicios (2015)
23 mayo 2017 Identidad & Diversidad

En el caso “G., N. B.” del Juz­ga­do en lo Con­ten­cio­so Admi­nis­tra­ti­vo y Tri­bu­ta­rio N° 15 de la Ciu­dad Autó­no­ma de Bue­nos Aires, del año 2015, una per­so­na tran­se­xual que vivió gran par­te de su vida en la calle como tra­ba­ja­do­ra sexual deman­dó al Gobierno de la Ciu­dad de Bue­nos Aires el otor­ga­mien­to de un sub­si­dio extra­or­di­na­rio y repa­ra­to­rio, equi­va­len­te al sala­rio míni­mo vital y móvil [1]. La deman­dan­te sos­tu­vo que, por su con­di­ción, sufrió la fal­ta de acce­so a un tra­ba­jo for­mal, la exclu­sión del sis­te­ma de salud, la fal­ta de reco­no­ci­mien­to de su iden­ti­dad, la impu­ni­dad de las fuer­zas de segu­ri­dad y la ausen­cia del Esta­do para garan­ti­zar­le la pro­tec­ción de sus dere­chos fundamentales.

Lue­go de haber­se acre­di­ta­do la situa­ción de estig­ma­ti­za­ción y dis­cri­mi­na­ción exis­ten­cial que sufrió la deman­dan­te, una per­so­na tran­se­xual que vivió duran­te muchos años en la calle como tra­ba­ja­do­ra sexual o dete­ni­da a cau­sa de los Edic­tos Poli­cia­les que cri­mi­na­li­za­ban el tra­ves­tis­mo, se deci­de con­de­nar al Gobierno de la Ciu­dad de Bue­nos Aires a abo­nar­le una pres­ta­ción men­sual equi­va­len­te a un sala­rio míni­mo vital y móvil.

En su sen­ten­cia, la jue­za Libe­ra­to­ri rea­li­za un deta­lla­do aná­li­sis de los tra­tos ultra­jan­tes a los que se ven expues­tas las per­so­nas tran­se­xua­les a dia­rio y cómo la ausen­cia del Esta­do influ­ye en la mar­gi­na­ción cons­tan­te de estas per­so­nas. El Esta­do, que tie­ne entre sus obli­ga­cio­nes cum­plir con su rol de garan­te de pro­tec­ción de los dere­chos huma­nos de las per­so­nas, con­tra­ría aquí la nor­ma­ti­va inter­na­cio­nal de dere­chos huma­nos, ya que su ausen­cia trae como con­se­cuen­cia la fal­ta de cum­pli­mien­to de nor­mas que tute­lan la iden­ti­dad de géne­ro, la igual­dad, la auto­no­mía, la liber­tad y la dig­ni­dad de la per­so­na huma­na. Dicho incum­pli­mien­to, a su vez, lle­va en la mayo­ría de los casos a vul­ne­rar los dere­chos a la salud, a la edu­ca­ción, a tra­ba­jar, entre otros.

A su vez, la magis­tra­da entien­de que no se requie­ren más ele­men­tos pro­ba­to­rios que la sola acre­di­ta­ción de la deman­dan­te de su per­te­nen­cia al colec­ti­vo trans, ya que toda la comu­ni­dad es de por sí vul­ne­ra­ble. Según la sen­ten­cia, si estas per­so­nas tuvie­ran que pro­bar los hechos, se verían suje­tos a una revictimización.

De todas mane­ras, se repro­du­cen las prue­bas ofre­ci­das por G., N. B., y las decla­ra­cio­nes de dife­ren­tes tes­ti­gos, de don­de sur­ge el cons­tan­te aban­dono por par­te del Esta­do. La jue­za Libe­ra­to­ri expli­ca que:

La prin­ci­pal res­pon­sa­bi­li­dad del Esta­do se sus­ten­ta en la mora en con­te­ner a la Sra. G., pues su vul­ne­ra­bi­li­dad es extre­ma y exi­ge que el deman­da­do pres­te garan­tía efec­ti­va a los dere­chos que se encuen­tran lesionados”.

Asi­mis­mo, con­si­de­ra que:

Dejar a un ser humano en esta­do de pura sobre­vi­ven­cia con­fi­gu­ra una níti­da fal­ta de ser­vi­cio por­que el Esta­do está teleo­ló­gi­ca­men­te dis­pues­to para pro­te­ger a las per­so­nas, su vida y dig­ni­dad; si tal pro­tec­ción es negli­gen­te por indi­fe­ren­cia o moro­si­dad, el Esta­do incum­ple sus fines”.

Ade­más, la jue­za resal­ta que en los dife­ren­tes pro­gra­mas dise­ña­dos por la Ciu­dad Autó­no­ma de Bue­nos Aires no se con­tem­pla a las per­so­nas trans al pro­mo­ver y garan­ti­zar el ejer­ci­cio pleno de la ciu­da­da­nía, y este hecho no ha sido des­vir­tua­do por prue­ba apor­ta­da por el GCBA duran­te el pro­ce­so judi­cial. Por últi­mo, en el acá­pi­te de con­clu­sio­nes la jue­za remata:

A tra­vés de lo expues­to has­ta aquí apre­cio que la dis­cri­mi­na­ción que sufrió la Sra. G. no ha sido sólo labo­ral, edu­ca­ti­va, etc. Abar­ca una zona de mayor den­si­dad. La acto­ra sufrió y sufre una dis­cri­mi­na­ción exis­ten­cial. Los ultra­jes y estig­ma­ti­za­cio­nes pade­ci­dos han sido múl­ti­ples, con­ti­nuos y han asfi­xia­do su ser des­de siem­pre. Su dere­cho a obte­ner una con­ten­ción, por vía de la tute­la juris­dic­cio­nal, es níti­do ante la omi­sión del Esta­do en per­mi­tir­le trans­cu­rrir el res­to de sus años con un míni­mo de dignidad.”

Aquí se tie­ne en cuen­ta enton­ces, no solo la vio­len­cia y dis­cri­mi­na­ción cali­fi­ca­da como “exis­ten­cial”, sino tam­bién la edad de las muje­res trans, quien posee el dere­cho a vivir dig­na­men­te lo que res­te de su vida.

NOTA

[1] Fallo “G., N. B. c. GCBA s/ daños y per­jui­cios (excep­to resp. medi­ca)”, Juz­ga­do en lo Con­ten­cio­so Admi­nis­tra­ti­vo y Tri­bu­ta­rio N° 15 de la Ciu­dad Autó­no­ma de Bue­nos Aires, de fecha 25/02/2015. Publi­ca­do en: La Ley Onli­ne. Cita onli­ne: AR/JUR/362/2015.

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